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18 junho, 2007

Retales

En cada paseo solitario por esas calles que me olvidaron hace ya mucho tiempo, reencuentro el pensamiento. Nunca sabré lo que hubiese sido.
Me espantó, con el comentario y la disponibilidad. Mi pequeña rata de biblioteca, aprovecha todos los minutos de su vida, lo mejor que puede y sabe. Y la miro y la vuelvo a reconocer.
Todo parece abatir como el castillo de arena, construido en la playa, en los domingueros agostos de infancia. Sin reconstrucción posible, resta rehacerlo no dejando perder su esencia, que desvanecerá cuando ya no estés.
Y aprendí que lo mejor era compartir la felicidad del reencuentro con cada una, a solas.