Crecí (y estoy harta)
Todo lo inoportuno resbala en mi indiferencia insensible, como la lluvia lo hacia en el chubasquero infantil que usé durante años, y un egoísmo defensivo crece en mí ser, como las plantas dulcemente cultivadas en las macetas del balcón de la yaya. La vida me sonríe a cada instante, como en los recuerdos de cada regreso inesperado, adornados por el musgo de Navidad.
Y menos mal que es así.
Mis lágrimas no volverán a resbalar con indiferencia, en insensibilidades ajenas vestidas como chubasqueros, y cultivadas por egoístas en balcones iluminados por macetas, que sonríen recordando regresos esperados, que adornan con musgo de Navidad.
Todo lo inoportuno resbala en mi indiferencia insensible, como la lluvia lo hacia en el chubasquero infantil que usé durante años, y un egoísmo defensivo crece en mí ser, como las plantas dulcemente cultivadas en las macetas del balcón de la yaya. La vida me sonríe a cada instante, como en los recuerdos de cada regreso inesperado, adornados por el musgo de Navidad.
Y menos mal que es así.
Mis lágrimas no volverán a resbalar con indiferencia, en insensibilidades ajenas vestidas como chubasqueros, y cultivadas por egoístas en balcones iluminados por macetas, que sonríen recordando regresos esperados, que adornan con musgo de Navidad.
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