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24 outubro, 2006

Crecí (y estoy harta)

Todo lo inoportuno resbala en mi indiferencia insensible, como la lluvia lo hacia en el chubasquero infantil que usé durante años, y un egoísmo defensivo crece en mí ser, como las plantas dulcemente cultivadas en las macetas del balcón de la yaya. La vida me sonríe a cada instante, como en los recuerdos de cada regreso inesperado, adornados por el musgo de Navidad.
Y menos mal que es así.
Mis lágrimas no volverán a resbalar con indiferencia, en insensibilidades ajenas vestidas como chubasqueros, y cultivadas por egoístas en balcones iluminados por macetas, que sonríen recordando regresos esperados, que adornan con musgo de Navidad.