Al final debo caer

Siempre he creído que no le caía bien, pero sin motivo aparente. Supongo que serán resquicios de mi inseguridad – a pesar de toda mi auto-confianza tengo muy claro que nadie es insustituible, y me gusta tanto lo que hago …- porque verdad sea dicha, le he dado motivos más que suficientes para poder dejarme de poner la vista encima con causa más que justa, y nunca lo ha hecho.
Hablamos de todo, menos de lo que nos une, de eso tan solo una vez y para decirme algo que creo casi nadie debe haber oído de quien le posibilita pagar los gastos a final de mes.
Nos reímos como tontos, ayer mismo en plena reunión como dos niños malos burlándose de los mayores – y es que tienen cada cosa los grandes…
Total, que no sé yo muy bien porque siempre me ha parecido que no le caigo bien, supongo que será porque no es muy expresivo y nunca acabo de entender lo que le va en la cabeza, ya lo que lleva en alma, ni soñarlo.
En este interregno, en el que han pasado unas buenas horas, al final hemos vuelto a hablar de los que nos une, el trabajo. Y aunque sigo teniendo bien claro que nadie es insustituible, poco hay más alentador que te elogien el trabajo, después de muchas horas intentando que las cosas salgan bien, verificando que los números son fiables y que el formato de las famosas hojitas de Excel, que alguien parece no querer preparadas, es de fácil lectura y presentación.
Y siento decirlo, pero cada vez más, una fuerza misteriosa me empuja para el otro lado, donde me siento bien, me tratan bien y adonde creo que pertenezco.