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22 janeiro, 2007

No llovía en Barcelona
Estaba un tiempo fantástico

Me gusta oirlos hablar, escuchar el castellano, el bullicio que hay en el aeropuerto, que parece que nunca duerme, las colas de gente esperando taxi, el Señor que organiza los taxistas para que no se atropellen. Me encanta acompañar la maleta, que me lleve, mirar a todas partes para encontrar quien me viene a recoger, encontrarlo, los besos, los abrazos apretados porque tenía ganas de verte, las preguntas y respuestas, las novedades porque las hay. Me gusta oírla ladrar, desesperada por una caricia, el brillo en los ojos de la yaya, porque llega su nieta, la charla tonta de 20 minutos de sala que hay que hacer, el repetir interminablemente que están todos bien. Me encanta dormir a su lado, como nunca lo hice, observar los momentos estáticos de nuestras vidas que existen en casa, en esa que será siempre mía, abrir la puerta de la habitación y recordar la infancia y saber que acabó. Me gusta la cara de sorpresa que se les pone al verme llegar, porque no se esperan ni mi presencia ni mi calma habitual, el cariño que me tiene porque soy su sobrina, aunque no lo fuese, que no me de dos besos y a los 20 minutos me pregunte si me quedo a dormir, la espera que proporciona una charla que no existiría. Me encanta dejarla estática, sus ojos emocionados con lágrimas de felicidad, las ganas de enseñarme su niña, el cariño que me tiene, su respeto, la admiración que le tengo, que me digan que nos parecemos, que le recuerde la Pi aunque no la conozca, aunque ni siquiera la entienda. Me gusta que hable conmigo, que saque lo que lleva dentro, que vayamos de paseo, que me pidan opinión, que me llame para cenar, que cenemos todos juntos, que espere a la puerta de casa para que suba, que me recuerde que debía haberme llevado la llave, que no me despierte a las nueve porque estoy cansada, aunque se lo pida. Me encanta que entienda que quería verla, que esté segura que será la primera la próxima vez, que sepa que la quiero porque la quiero, que no olvido que es mi madrina, que pensaba que lo sabia, que me pregunten quien me lleva al aeropuerto, porque si hace falta te llevo yo. Me gusta que vaya cantando todo el camino, la manera como se ríe, porque nunca la vi reír tanto, que recordemos, que me lleven a la puerta de embarque, que esperen que pase el control, mirar y verlos allí y poder decirles adiós, pero odio, odio tener que volver.

2 Comments:

Blogger zmsantos retalha...

Me gusta que te encoentre feliz. Me gusta que ayas retornado.
Não passou de Lisboa, a água que ia a caminho de Barcelona.

Beijinho.

23 janeiro, 2007 08:54  
Blogger Uma vida qualquer retalha...

La felicidad es momentanea, como la tristeza, y yo preferia que me fueseis a ver, que tener que volver. Y el agua cristalina sigue en la fuente, esperando evaporar.
Besos majo.

23 janeiro, 2007 19:20  

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